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Michael Moore, el vocero del discurso anti-Trump

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Posted by patagoniacreative on 26 febrero, 2017 – 8:08 pm
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El provocador documentalista es el vocero del discurso anti-Trump y líder de la resistencia demócrata. Le dedicó una película, convocó manifestaciones mediáticas, organizó acciones virales en las redes y jura que con el arte del sarcasmo será la oposición al presidente de los Estados Unidos


«Do These 10 Things and Trump Will Be Toast» es la última prédica de Michael Moore. La traducción al español sugiere algo así como «haga estas diez cosas y Trump estará en graves problemas». El decálogo en su cuenta de Facebook descubre la fórmula para incomodar al nuevo presidente de los Estados Unidos. Lo tituló «El simple plan de diez puntos de Michael Moore para frenar a Trump» o el anglosajón «The Michael Moore Easy-to-Follow 10-Point Plan to Stop Trump». Una medida renovada para enfatizar su postura de vocero de un discurso que molestó históricamente al establishment estadounidense.

Moore es el principal bastión anti-Trump, el procurador de un espectro de ciudadanos desencantados con las políticas y la filosofía del magnate devenido a presidente. Horas antes de su asunción, el provocador cineasta, escritor y documentalista convocó una manifestación de resistencia pacífica bautizada «We stand united». Celebridades del calibre de Robert De Niro, Cher, Mark Ruffalo, Rosie Perez, Julianne Moore, Alec Baldwin, Cynthia Nixon, Sally Field y Marisa Tomei lo escoltaron.

«El simple plan de diez puntos de Michael Moore para frenar a Trump» es hijo de una primera lista de cosas para hacer en la mañana siguiente a la elección. En ella, una carta reaccionaria, reparable y metódica, promovía tomar el Partido Demócrata y devolverlo al pueblo, sugería «despedir a todos los eruditos, pronosticadores y encuestadores que se negaron a reconocer lo que estaba pasando», invitaba a renunciar a aquel demócrata que no estuviese preparado para pelear, resistir y «detener la maldad y la locura», y recomendaba dejar de estar atónitos: «La victoria de Trump no es una sorpresa, nunca fue un chiste. Tratarlo como si lo fuera lo fortaleció».

En su consigna post triunfo del candidato republicano, Moore analizó en el quinto punto: «La mayoría de tus compatriotas quiso a Hillary Clinton, no a Trump. La única razón por la cual él es presidente es por una arcaica e insana idea del siglo XVIII llamada Colegio Electoral. Mientras no cambiemos eso, continuaremos teniendo presidentes que no elegimos y que no quisimos». Ocupó desde el primer momento de la era Trump su rol de representante inspirador de la mitad demócrata del país norteamericano. «Viven en un país donde la mayoría de los ciudadanos han dicho que creen que existe el cambio climático, que las mujeres deben cobrar lo mismo que los hombres, que quieren una educación sin endeudarse, no quieren que invadamos países, quieren un aumento del salario mínimo y quieren un único y verdadero sistema universal de salud. Nada de eso ha cambiado», recordó.

Las ideas de Michael Moore se desnudan en sus producciones. En el repaso de lo que no quiere la mayoría de los estadounidenses se podía distinguir su obra. «Bowling for Columbine«, la masacre en un colegio de Colorado donde dos alumnos acribillaron a doce compañeros de escuela y un profesor, es una crítica a la cultura armamentista estadounidense. La película ganó el premio Oscar a mejor documental en 2003 y Moore, notoriedad: en su discurso aprovechó para denunciar al presidente George W. Bush por invadir Irak en «una guerra ficticia».

Su última producción bien podría ser autobiográfica. «Michael Moore in TrumpLand» es una película ácida e hilarante, la máxima expresión del humor surrealista marca registrada, que analiza por dentro las elecciones estadounidenses con una declarada postura política progresista que sospechaba pero no preveía el desenlace del sufragio que elevó a Donald Trump a la Casa Blanca. Moore, el refugio del progresismo norteamericano, posteó diez puntos para incomodarlo.

Incluir en la rutina diaria llamar al Congreso (dejó el número: 202-225-3121), asistir al Congreso para reforzar la presión, armar un grupo de respuesta rápida, afiliarse a grupos nacionalistas, acompañar la lucha por la igualdad de género, tomar el control del Partido Demócrata, reforzar las regiones azules (demócratas) de resistencia, postularse, convertirse en un medio de comunicación y, por último, unirse al ejército de la comedia. Michael Moore, un cultor del sarcasmo, confía en su arte para molestar al presidente de los Estados Unidos: «El punto de inflexión definitivo para Trump será cuando implosione por toda la risa, la burla, la burla insoportable de decenas de millones de estadounidenses».

Las cifras de audiencia y publicidad del Super Bowl

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Posted by patagoniacreative on 5 febrero, 2017 – 7:08 pm
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Los números que rodean el partido más importante de la temporada de la NFL, que enfrentará a los New England Patriots con los Atlanta Falcons en Houston


Se estima una audiencia televisiva de 130 millones de personas, según informó la firma especializada Kantar Media. Se espera que la empresas inviertan en conjunto 385 millones de dólares en acciones publicitarias, 25 millones más que el año pasado.

En cuanto a los anuncios publicitarios que se emitirán en televisivos, los 30 segundos de publicidad están valuados en 5 millones de dólares.


110.000.000

Cantidad de espectadores a nivel mundial que verán por televisión el partido entre New England Patriots y Atlanta Falcons

 USD 5.000.000

El costo por 30 segundos de publicidad durante la transmisión


No obstante, en los últimos años, las empresas han apostado también por ampliar sus campañas a las redes sociales. Las marcas aprovechan las facilidades de las plataformas como Facebook, Twitter, Instagram o Snapchat para alcanzar audiencias masivas.

Por ejemplo, Pepsi, Amazon o Budweiser –cuyo spot ha despertado controversia esta semana al tratar sobre la inmigración– , ya han confirmado que ampliarán su campaña a Snapchat, que ya cuenta con cientos de millones de usuarios al día.

Muchos espectadores le dan a los anuncios más importancia que lo que ocurre en el terreno de juego. Según una encuesta de la patronal de comercios minoristas de Estados Unidos (NRF, por sus siglas en inglés), el 24% de los espectadores cree que los anuncios es lo más importante de todo el evento.

Las claves para ser exitoso en los negocios y en la vida, según Michael Bloomberg

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Posted by patagoniacreative on 2 febrero, 2017 – 8:19 pm
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Nieto de inmigrantes rusos y lituanos e hijo del contador de una empresa de productos lácteos, fue despedido antes de cumplir 40 años. No obstante, Michael R. Bloomberg perseveró para convertirse, según la lista más reciente de la revista Forbes, en la octava persona más rica del mundo. Alcanzó su éxito sin tener un plan maestro.

En retrospectiva, su evolución no fue casualidad. Pasó de ser Scout Águila, el rango más alto al que puede aspirar un explorador Scout a ser un graduado de la Universidad Johns Hopkins y la Escuela de Negocios de Harvard, así como operador de bonos y socio de Salomon Brothers, para después convertirse en fundador de una red de información de negocios que lleva su nombre. Además, fue alcalde de la Ciudad de Nueva York por tres mandatos seguidos.

Bloomberg, quien consideró brevemente postularse en la campaña presidencial estadounidense como candidato independiente el año pasado, dio algunos consejos a los estudiantes que buscan tener éxito en los negocios.

A qué universidad ir

Nadie recuerda a qué escuela fuiste. Tal vez te lo pregunten en tu primer trabajo, pero para el tercero ya no se acordarán de hacerlo. Más allá del nombre o prestigio de la escuela, es mucho más importante que vayas a un lugar en el que te sientas bien y que tenga académicos decentes. ¿Y los que dicen que no les alcanza para la universidad? Mis padres pidieron un crédito hipotecario y yo trabajaba todos los veranos en el estacionamiento de la facultad. Luego tuve suerte; tras el lanzamiento del Sputnik, el gobierno creó los préstamos de defensa nacional.

Decisiones fortuitas

Confieso que no tenía ni idea de qué haría. Entré a la universidad pensando que quería estudiar física, pero para ello tenía que estudiar alemán, así que me cambié a la facultad de ingeniería. La idea de ir a la universidad, en general, es que estés rodeado de varios conceptos, culturas y lugares, que obtengas un título y viajes por el mundo.

La maestría en Administración de Empresas importa, pero…

Lo más importante de estudiar es aprender a trabajar con los demás. No hay un solo trabajo que uno haga solo, y aprendí tanto de las personas para las que trabajé en Salomon Brothers, Billy Salomon y John Gutfreund, como en Harvard. A fin de cuentas, lo que necesitas son habilidades interpersonales. No importa si recuerdas o no que Cristóbal Colón llegó a América en 1492; los hechos que aprendes de memoria son irrelevantes.

Convertir la adversidad en una ventaja

En Salomon, me bajaron de puesto como jefe de negociación y venta de valores y me nombraron director del área emergente de sistemas de cómputo. Si no me hubieran despedido de Salomon, que se volvió parte de Citigroup, no habría recibido 10 millones de dólares de liquidación ni usado mi título de ingeniero eléctrico para comenzar mi propia empresa de tecnología de la información. Tampoco habría programado una terminal de cómputo para operadores de bonos. ¡Ahora estaría trabajando para mi novia, que es parte del consejo de administración de Citibank!

A quién le dan el trabajo

Me molesta que ahora, cuando uno habla con los jóvenes en las entrevistas de trabajo, invariablemente dicen: “Curé el cáncer; resolví conflictos en el Medio Oriente”. Ahórrenselo. Es mejor: “No conocí a mi papá; mi mamá está en la cárcel porque vendía drogas. Trabajé tres turnos en McDonald’s”. Esa es la clase de gente que quiero —con la ética para cuidar de su familia— porque entonces cuidarán de los demás. Algunos de nosotros no tuvimos mucha inteligencia prenatal; sin embargo, nacimos e hicimos el intento, y tuvimos buenas posibilidades de sobrevivir. No soy el más listo de todos, pero nadie me gana cuando se trata de trabajar.

Además, los jóvenes de hoy presumen que han tenido cuatro o cinco empleos pocos años después de haberse graduado. Lo que muchos no hacen es hacer su mejor esfuerzo y quedarse en uno.

Qué habría hecho distinto

Pensando en cómo salió todo, nada.

La era oscura de Donald J. Trump

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Posted by patagoniacreative on 25 enero, 2017 – 9:02 pm
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Las asunciones presidenciales son ejercicios simbólicos antes que prácticos. Gestos y palabras ocupan el centro de la escena y nuestras propias percepciones agigantan el significado de un movimiento de manos, ese silencio, aquella mirada. El discurso de Donald J. Trump no pudo escapar a la esencia de cada acto del lenguaje: por lo dicho, por lo visto y por lo insinuado. Y sus símbolos avisan que, al cabo, el invierno ha llegado.

En Argentina, el país donde crecí, una leyenda urbana dice que, a inicios del siglo XX, funcionarios del gobierno preparaban un periódico a medida con buenas noticias para el presidente Hipólito Irigoyen. Le llamaban el Diario de Irigoyen. En su discurso inaugural, Trump invirtió el gesto: él escribe su propia realidad. El discurso del presidente 45 de Estados Unidos, un ejercicio de ficción para crear con el lenguaje un mundo a medida. Oficializó de manera agria pero ordenada su visión de campaña: Estados Unidos no irá al mundo, se encerrará sobre sí mismo y pedirá al planeta que pida audiencia antes de abrir.

Su discurso no proclamó la unidad nacional o una identidad común basada en las raíces democráticas y la Constitución americana.

Trump se presentó como el salvador y refundador de la patria. Por mucho tiempo, dijo, el establishment y la élite política de Washington se enriquecieron y protegieron sin ocuparse de las personas. “Sus victorias”, azuzó al público, “no fueron triunfos para ustedes”. De modo que, dijo, su gobierno no será otro que el gobierno del pueblo y para el pueblo. “El 20 de enero de 2017”, encaró, “será recordado como el día en que el pueblo volverá dirigir esta nación”.

Un caudillo es un ser mesiánico que se cree imbuido de una visión única y superior. Hugo Chávez decía que él no era él, sino todo un pueblo. Eva Perón sentía en el alma la ternura cálida del pueblo del cual era parte, arengaba, y a quien se debía. Trump, en el limbo populista, dice ser el conductor de un movimiento del cual es canal y líder, pero cuya voluntad política final residiría en el ánimo popular.

Esos discursos, al menos en su variante más tropical, suelen ser tan incendiarios como festivos. Cuando las cosas van bien, hay jolgorio y las personas respiran un aire digno en los mítines mientras festejan a su líder. Pero el caudillismo de Trump es tenso y combativo y, cuando mueve a humor, expone su vena canalla.

En la inauguración, en vez de incendiar a las masas en Washington, pareció imponerse el clima pesado del invierno de la capital y el mensaje gris del presidente. Hacía algo de frío, pero lo gélido era el clima humano. Paul Ryan aplaudía con apatía. Bill Clinton aguantaba con dignidad. Bernie Sanders agachaba la cabeza como si hubiera visto al sentido de la historia pisoteado en el suelo. Con Barack Obama el National Mall rugía y era una fiesta masiva; con Trump los estallidos de ánimo se extraviaban. Había menos gente que nunca y, quizás, demasiados más policías que siempre. La salva de cañonazos que saludó al presidente sonaba violenta y la imagen del podio contrastaba con la esencia multirracial de Estados Unidos. Los funcionarios eran blancos, el coro era blanco, la cantante fue blanca. Ivanka vestía al tono. Una curiosa blancura triste y sombría, un desánimo.

Es en los eventos históricos, cuando el protocolo se diseña para significar con determinación, que los gestos habituales, poco significativos, adquieren una relevancia exagerada. Hillary Clinton giraba de un lado a otro, mirando a la multitud en redondo, presente, en una angustia digna. Michelle Obama contuvo el ceño fruncido mientras Trump desaforó a su marido y a la clase política. Estoy seguro que muchísimas personas se emocionaron con “America The Beautiful”, pero el coro —“America! America!/God shed his grace on thee/ Till nobler men keep once again/ Thy whiter jubilee”— sonó de un patriotismo viejo, de película de 1950 en blanco y negro. La juramentación de Trump fue una formalidad monocorde.

Pero el método del caudillo estuvo allí, aun en ausencia del fervor. Trump se siente rey, génesis y ungido. “Vamos a estar protegidos por Dios”, prometió, como si Dios mismo se lo hubiera asegurado. Los discursos de los caudillos como Trump aseguran un futuro grandioso bajo su tutela, un punto inaugural en la historia que comienza barriendo con el pasado. Luego, la reescritura de la historia y el relato del futuro no precisan evidencias ni razón: serán diseñados por la exclusiva y soberana voluntad del líder y la adulación de sus cultores.

Y eso es lo preocupante: Trump ha ganado la batalla para reescribir Estados Unidos a su modo. Con un Congreso propio y, pronto, una Corte Suprema favorable, podrá intentar igualar la realidad a su deseo. Los presidentes son figuras que deben inspirar y mientras en cada discurso Obama sugería esperanza, inteligencia y decoro, Trump ya dejó entrever que su mundo reposa en la ignorancia, la intimidación y el miedo. Las palabras no son inocentes y, como mostró su discurso, el horizonte próximo es borrascoso.

“Carnicería americana”, dijo. Pandillas y criminales asolando ciudades. Fronteras vulneradas. Países que roban empresas y extranjeros que quitan puestos de trabajo, dijo. “Devastación”. Su America First blindaría al país y todo —todo: desde los impuestos al comercio, de las relaciones internacionales a la migración— estaría bajo el paraguas proteccionista que debiera hacer a la nación otra vez, cree, el país poderoso que ya no es. “Una nueva visión gobernará esta tierra desde hoy”, dijo, “y será sólo América Primero”,

Trump asusta: Estados Unidos ya no será una nación para admirar, sino una que deberemos temer. Y al frente tendrá a un hombre imprevisible, que pide fe hacia sus proyectos y no razón. La presidencia de Trump no tendrá la tranquilidad de los procesos previsibles. Su oportunismo es asunto de interés, no de principios. Abriguen la posibilidad de que se desdiga, reformule, cambie todo, vuelva a empezar con tal de que él pueda autopreservarse como ganador. Ese es el camino por el cual el caudillo se convierte en autócrata.

Trump no está contenido por la ideología y su idea de que la vida es lastimosamente transaccional acentúa el peligro de su imprevisibilidad, un caudillo que no acepta mayor control que su voluntad. Trump ha puesto el 20 de enero de 2017 como punto inaugural de su era. El pasado sólo existirá bajo la forma que invente su narrativa. He crecido con eso; todo latinoamericano ha crecido con eso: autócratas, tiranuelos, dictatorcillos, bestias egomaníacas. Refundadores. Ninguno ha funcionado y el costo de su inspiración divina lo pagaron sus naciones y, sobre todo, aquellos de quienes decían ser la voz.

En Washington no hizo hoy más frío que en otras tomas de posesión, pero sí había un cielo más oscuro.


ARTICULO POR: Diego Fonseca es un escritor argentino que vive en Phoenix y Washington. Es autor de «Hamsters» y editor de «Sam no es mi tío» y «Crecer a golpes».

Lo que Trump puede hacer (y no) en su administración

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Posted by patagoniacreative on 22 enero, 2017 – 7:36 pm
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Trump y los republicanos pueden poner las bases para un crecimiento mayor pero no tendrán ningún impacto en lo absoluto en “The Great Rewrite”.


Por Rich Karlgaard- Donald Trump dice que es un ganador. Pero para ser un presidente ganador, necesita arreglar lo que el inversionista Scott Grannis llama “Obama Gap”. La brecha se refiere a la caída del crecimiento económico estadounidense en los últimos años. De 1996 a 2008, el Producto Interno Bruto (PIB) de Estados Unidos tuvo un crecimiento promedio anual de 3.1%. Desde el 2009 este crecimiento apenas ha llegado al 2%.

De acuerdo con Grannis Estados Unidos se ha recuperado después de cada recesión excepto por la última vez: “Nunca antes la economía estadounidense había registrado una recuperación tan floja y un período tan extenso de crecimiento insuficiente”.

¿Qué salió mal? Grannis cita las siguientes razones: inversión débil de las empresas, bajo crecimiento del empleo, aumentos microscópicos de productividad, y a pesar del récord de ganancias, una extraña, depresiva aversión al riesgo.

¿Quién ha sido el culpable? Grannis escribe: “A principios de 2009, (1) la economía se ha visto agobiada por una reestructuración sin precedentes de toda la industria de la salud (Obamacare), que a su vez impactó en las vidas y los costos de atención de la salud de casi todos; (2) nuevas  medidas regulatorias en la industria financiera, por ejemplo la Ley Dodd-Frank; (3) un aumento masivo del gasto público y de los pagos de transferencia —Ley de Recuperación y Reinversión de los Estados Unidos de América—; (4) impuestos más altos sobre los ingresos, los dividendos y las ganancias del capital; y (5) un enorme aumento en la deuda federal. No necesitas contar con un sesgo político para darte cuenta que estos cambios explican el porqué la economía estuvo tan débil durante los años de Obama.

Tan débil, de hecho, que alrededor de 3 billones de dólares de actividad económica que debían existir durante los ocho años de Obama no aparecieron en lo absoluto —como si fuera un proyecto que nació muerto—. Los 3 billones de dólares significarían un montón de nuevos empleos, mayores aumentos y mayores esperanzas. Pero nunca pasó. Grannis dice que se necesitarían ocho años de crecimiento del 5% para que Estados Unidos regrese a su línea de tendencia del 3.1%.

Lo que Trump y los republicanos pueden —y deben— hacer es arreglar los cinco problemas antes mencionados. No, no tenemos un crecimiento del 5%, pero podemos obtener mucho más de lo que tenemos ahora.

Pisar el acelerador —pero sin interferir—

Trump y los republicanos pueden poner las bases para un crecimiento mayor. Pero no pueden dirigir el crecimiento —y esperemos que no lo intenten—. Trump no tendrá ningún impacto en lo absoluto en lo que la consultora KPGM llama “The Great Rewrite”.

forbes

 

Jared Kushner, el arma secreta de la campaña de Donald Trump

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Posted by patagoniacreative on 9 enero, 2017 – 9:31 pm
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En política, y especialmente durante una elección presidencial, el ganador se lleva todos los reflectores y es común que el hombre de la calle piense que él o la candidata logró llevarse el premio mayor en soledad, con una especie de capacidad mágica para ganarse a las masas. «Campaña» representa, así sólo, una palabra para algo que no comprendemos y cuya magnitud seguramente ignoramos.

Ya todos sabemos que Donald Trump logró el revés más significativo de la política moderna cuando venció en las urnas de manera inesperada a Hillary Clinton, un hecho que resonó más allá de los límites de un país. Lo que algunos aún ignoramos es cómo lo hizo. El carisma y los exabruptos de Trump por muy divertidos que fueran no podrían haberlo hecho por sí solos. La pieza del rompecabezas que falta en ese cuadro se llama Jared Kushner.

Jared Kushner comparte con Donald Trump dos pasiones, una su hija Ivanka, con la cual está casado, y la otra es el negocio de los bienes raíces. Kushner es el meticuloso administrador de un imperio familiar de bienes inmuebles en los Estados Unidos. Kushner, de 35 años, ya se codeaba con muchos de los líderes más influyentes de los Estados Unidos incluso antes de susurrar al oído del ahora Presidente más importante de planeta.

En los albores de la campaña Kushner tan sólo fungía como un asesor en materia de impuestos y comercio, pero poco a poco se fue situando como un puente confiable entre algunos personajes influyentes y lo que muchos de ellos consideraban como un candidato errático. “Yo ayudé a facilitar muchas de las relaciones que no se habrían propiciado de otra manera”, dijo en algún momento el propio Kushner. Esto le dio cada vez más influencia frente al temible Donald.

Cundo el defenestrado Jefe de Campaña, Corey Lewandowski, dirigía las cosas, el cuartel de la Torre Trump no tenía ni pies ni cabeza, es decir que no había entrado a la era de modernidad que requería esta campaña. Fue el momento en el que Kushner demostró su valía y se ganó sus galones. Comenzó a darle una forma operativa a la campaña en cuestión. Pronto ensambló un equipo de discursos y de formulación de políticas, se hizo cargo de la agenda del magnate y manejó con pericia las finanzas del equipo.

De hecho la falta de experiencia política de Kushner se convirtió en una ventaja en esta elección, ya que ello lo habilitó para entender la campaña con la mentalidad de un empresario de Silicon Valley, fue eso lo que llevó a Donald Trump a la modernidad. Kushner entendió que los tiempos han cambiado y que el campo de batalla ya no es el mismo de ayer. Con menos televisión y radio, Twitter y Facebook se convirtieron en el combustible de una campaña que se encargó de propagar el mensaje de Trump como una flama.

Con estas nuevas estrategias fue posible identificar los cambios en las sensaciones de la gente, potenciales inversores, y colegas en tiempo real. Kushner y sus muchachos lograron penetrar en la urbe de datos del Comité Republicano de manera estratégica, y asociándose con analistas de Cambridge y otras organizaciones de recauda de información, identificaron qué elementos de la oferta electoral de Trump importaban más, y cuáles hacía falta abordar. Mientras en televisión, los presentadores y medios tradicionales destrozaban a Trump, en la calle y en las redes sociales, el americano común conectaba con él.

Kushner construyó una herramienta de geo-localización que agrupaba la densidad poblacional de 20 segmentos distintos de votantes mientras el flujo de información llegaba al cuartel en vivo desde la interfaz de Google Maps. Muy pronto estos datos determinaron la dirección que tomaba la campaña, desde los viajes, la recaudación, la publicidad, los mitines, hasta el contenido de los discursos que se habrían de pronunciar.

Irónicamente Kushner llegó a la política con una mentalidad cien por cien afín a Silicon Valley. Una cultura que predica valores de apertura e inclusión, pero para ponerla al servicio de un candidato que hablaba de cerrar fronteras, de proteccionismo económico, y de restricción religiosa. Aún así la lección se sostiene: la política como casi todo lo demás en este mundo ha sido trastocada irrevocablemente por las redes sociales y el poder de la tecnología, aunque por supuesto que con la ayuda de las mentes que sí saben utilizarla.

Sus amigos de Silicon Valley le brindaron nombres claves de sus colaboradores, a quienes contrató. Aprendió todo sobre las estrategias de micro-focalización de Facebook y las encontró óptimas para el mensaje directo de su suegro: logró que rápidamente las gorras con la leyenda «Make America Great Again» y otro merchandising de Trump pasara de vender USD 8.000 a USD 80.000 por día. Logró que un video de USD 160.000 de costo consiguiera 74 millones de vistas. La publicidad, tanto en televisión como en internet, se redujo; Twitter y Facebook fueron los motores, lo cual a su vez permitía recoger más información, en tiempo real, sobre los votantes y sus sentimientos.

mundiario

Tras dejar la Presidencia de Estados Unidos, Barack Obama se dedicará a formar líderes

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Posted by patagoniacreative on 22 diciembre, 2016 – 9:03 pm
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El mandatario norteamericano aseguró que, al finalizar su mandato, sólo trabajará como asesor y «como amigo» en el Partido Demócrata


El todavía presidente de Estados Unidos, Barack Obama, afirmó en una entrevista que una de sus misiones cuando deje el cargo será impulsar el desarrollo de una nueva generación de líderes en temas como el cambio climático, la reforma de la justicia penal o la ampliación de la cobertura médica.

En una amplia entrevista con el sistema de Radio Nacional Público (NPR) de ese país, Obama dijo que quiere asegurarse de que los jóvenes que trabajan en esos temas tienen «los recursos, credibilidad, atención que yo pueda darles para ayudar a que crezcan».

Obama señaló que los temas que más le preocupan tendrán un buen seguimiento cuando la siguiente generación alcance posiciones de autoridad.

El Partido Demócrata ha sufrido un duro golpe durante su presidencia, y los republicanos controlarán la Casa Blanca y el Congreso cuando Obama abandone el cargo.

El presidente norteamericano señaló que los republicanos han trabajado de forma sistemática para crecer desde sus bases locales, mientras que los demócratas se han centrado en cuestiones nacionales e internacionales.

«Creo que como consecuencia, hemos cedido demasiado terreno«, comentó Obama.

El mandatario dijo que abandonará el cargo con algunas ideas sobre cómo reforzar el partido, pero que trabajará más como asesor, consejero y amigo.

«Es menos probable que me implique en todos los mecanismos relacionados con las elecciones», señaló Obama en declaraciones relevadas por Associated Press.

Trump, el presidente electo de EU menos popular en décadas

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Posted by patagoniacreative on 22 diciembre, 2016 – 8:57 pm
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La popularidad nacional del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, mejoró desde su elección el 8 de noviembre, pero sigue siendo el mandatario electo con menor aprobación en décadas.

Según un promedio de los recientes sondeos calculado por el sitio Real Clear Politics, aproximadamente un 50% de los estadounidense tiene una opinión desfavorable del futuro presidente del país, contra un 45% que mantiene una opinión favorable. El día de la elección presidencial el 58% de los electores tenía una visión negativa de Trump.

El republicano sigue teniendo menos aprobación que sus dos predecesores, según un sondeo de CBS publicado este jueves: más de un estadounidense sobre tres temen que sea un mal presidente, en comparación al 7% que registraba Barack Obama en diciembre de 2008 y el 14% de George W. Bush en diciembre del año 2000.

El instituto Gallup, cuyos datos remontan a la elección de Bill Clinton en 1992, estima que Trump batió ampliamente el récord de desaprobación sobre la forma en que lleva a cabo su transición. Según Gallup 48% de los participantes de la encuesta desaprueba al presidente electo y otro 48% lo aprueba.

En comparación, tres cuartos de los estadounidenses aprobaba la transición de Barack Obama y dos tercios la de Bill Clinton.

7/9/2016: “El día que murieron los diarios en Estados Unidos”

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Posted by patagoniacreative on 5 septiembre, 2016 – 9:37 pm
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La Newspaper Association of America (Asociación de Diarios de Estados Unidos), la principal asociación de periódicos del país desde 1887, quitará esta semana la palabra “newspaper” de su nombre


«Un día, dentro de muchas décadas, cuando sus nietos le pregunten: ‘Abuela, ¿qué era un diario?’, usted buscará como referencia el miércoles 7 de septiembre de 2016. Porque es posible que quede en la historia como el día en el que los diarios estadounidenses, como los conocimos, fueron trasladados de la unidad de cuidados intensivos a la de cuidados paliativos, en su camino al más allá».

Así comienza la última columna de Jim Rutenberg, el especialista en medios del The New York Times. ¿Cuál será el hecho trascendental y definitivo que ocurrirá este miércoles? Que la Newspaper Association of America (NAA, Asociación de Diarios de los Estados Unidos), que nuclea a los periódicos del país desde 1887, quitará de su nombre la palabra misma que lo define: Newspaper.

La asociación será rebautizada como News Media Alliance (Alianza de Medios de Noticias).

Hay una razón obvia para este cambio: el número de diarios continúa cayendo, lo que deprime la cantidad de socios (cayó de unos 2.700 en 2008 a unos 2.000 en la actualidad).

Pero el motivo principal, según explica David Chavern, presidente de la NAA, es que la palabra ‘diario’ es un sinsentido para referirse a muchos de los socios, incluidos The Washington Post, The New York Times y Down Jones. Estos pueden tener diarios, pero gran parte de sus lectores acceden online. De hecho, uno no se puede referir sólo a lectores, cuando millones en realidad miran noticias en video en sus sitios.

Y además, están todas las nuevas organizaciones de noticias que hasta ahora no podía asociarse porque no tienen ediciones impresas, como BuzzFeed. El Independent Journal Review se convirtió hace poco en uno de los primeros asociados que no tienen una edición impresa.

El requisito de tener una edición impresa resultaba excluyente para un grupo que necesita ganar fortaleza para enfrentar numerosos desafíos existenciales, como los bloqueadores de publicidad, los fraudes en publicidad online y los agregadores que les roban noticias y compiten con ellos.

«‘Diario’ no es más una palabra que alcance para describir a la industria», explicó Chavern. «El futuro de la industria es mucho más amplio».

Rutenberg menciona en su columna el descenso de los ingresos de los medios tradicionales (la baja en publicidad de las ediciones impresas no llega a ser remplazada por los ingresos online) y sostiene que el gran desafío es cómo mantener su misión de servicio público mientras al mismo tiempo provee contenido de alto tráfico que sea un suceso online. Además, hacerlo con menos recursos y un redacción más pequeña de periodistas con preparación tradicional.

«Mi mantra es ‘no podemos ser el almacén de ramos generales que solíamos ser'», explica Stan Wischnowski, director ejecutivo del Philadelphia Inquirer y Philly.com. «Tenemos que elegir y tenemos que usar a nuestros editores expertos para que tomen decisiones realmente inteligentes».

«No creo que haya nadie en la industria cuyos ingresos mayoritarios no provengan todavía de la edición impresa», dijo Michael J. Klingensmith, director ejecutivo de The Star Tribune de Minneapolis y vicepresidente la nueva News Media Alliance. Y añadió: «El cambio de nombre para mí no no se trata de no ser más de papel, sino de expandir las oportunidades».

Klingensmith cree que los diarios del domingo sobrevivirán por unos 20 años más, pero no está seguro de poder decir lo mismo de las ediciones del resto de la semana.

El diario como lo conocimos está muriendo, afirma el columnista de The New York Times: «Habrá mucho menos que lamentar e incluso algo que celebrar si logramos encontrar que parte de su alma puede sobrevivir».

INFOBAE

 

¿Como logra Barack Obama mantener un equilibrio cotidiano?

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Posted by patagoniacreative on 20 julio, 2016 – 9:10 pm
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«¿Estás despierto?» – El mensaje llega muchas veces a eso de la una de la mañana, tipeado desde un Blackberry seguro y de una dirección de correo electrónico conocida por unos pocos. Es la señal de que el Presidente aún no se ha ido a dormir.

Pueden ser preguntas incisivas sobre un memo que acaba de leer o alguna burla porque el equipo del que es hincha el receptor perdió un partido. Lo cierto es que las cerca de cinco horas que Barack Obama pasa cada día en soledad en un salón del segundo piso de la Casa Blanca son fundamentales para su trabajo y su estabilidad emocional, según revela una nota publicada por The New York Times.

Obama se define como un «hombre nocturno». Usualmente, cena con su esposa y sus hijas alrededor de las 18:30 y luego se retira al Treaty Room (Salón de Acuerdos), ubicado al final del corredor donde se encuentra su dormitorio, en el segundo piso de la Casa Blanca. Ese lugar es el refugio solitario del presidente hasta pasada la medianoche, a veces hasta las 2 de la madrugada. A las 7, ya está de nuevo despierto.

¿Qué hace el presidente de Estados Unidos en esas largas horas de soledad?

Trabaja en sus discursos, revisa y hace anotaciones en los memos de los diferentes funcionarios que le deja un asistente en una carpeta de cuero, puntual, a las 8 de la noche. Hace algún llamado telefónico a un mandatario del otro lado del mundo. Lee las diez cartas que le selecciona cada día su equipo de las cientos que le envían los ciudadanos estadounidenses. «¿Cómo podemos permitir que la gente compre armas automáticas que son armas de guerra?», leyó el 13 de junio, en la misiva de Liz O’Connor, una maestra de Connecticut.

El mes pasado, envió a las 00:30 un correo electrónico a Benjamin Rhodes, el segundo consejero de Seguridad Nacional, y a Denis McDonough, el jefe de Gabinete de la Casa Blanca, para avisarles que había terminado de revisar el borrador del discurso para la mañana siguiente. Obama había pasado tres horas haciendo anotaciones a mano sobre un block amarillo con sus consideraciones enojadas por la respuesta de Donald trump a la matanza en la disco Pulse de Orlando. Les avisaba que podían recoger sus anotaciones cuando llegaran a la mañana a su oficina.

Hace pocas semanas, Cody Keenan, el jefe de los redactores de discursos presidenciales, acababa de llegar a su casa y pedir una pizza, a las 21:00, cuando recibió un mensaje del presidente: «¿Puedes volver esta noche?».

Keenan se reunió con Obama en el Treaty Room y trabajaron hasta las 23 en el discurso de despedida de los nueve afroamericanos asesinados mientras estudiaban la Biblia en una iglesia metodista de Charleston, Carolina de Sur.

«Hay algo con la noche», dice Keen. «Es más pequeña, te deja pensar».

«Todo el mundo busca algún momento para poner sus ideas en orden. No hay duda de que ese tiempo es su tiempo», cuenta Rahm Emanuel, el primer jefe de Gabinete de Obama. «No puede bloquear media hora y hacerlo durante el día, cuando le llegan cosas urgentes todo el tiempo. Ese es el momento donde todo puede ser dejado a un lado y te puedes enfocar en lo que importa».

Obama muchas veces lee en una silla giratoria, bajo el retrato del ex presidente Ulysses Grant. Las ventanas le dan una visión nocturna del obelisco y del monumento a Jefferson iluminados. Otras noches, se sienta en el sofá, bajo un cuadro de Susan Rothenberg.

La televisión suele estar encendida en silencio, en un canal de deportes. Pero otras veces, el Presidente sube el volumen y se queda viendo algún partido de básqutbol, béisbol o fútbol americano.

También encuentra espacio para el juego. A veces desafía online a sus amigos al «Word», una suerte de scrabble que tiene en su tablet.

Para mantenerse despierto, Obama casi nunca recurre al café. Es raro que tenga una gaseosa. Nunca faltan una botella de agua y siete almendras saladas. «Ni seis, ni ocho, tienen que ser siete», suele bromear su esposa, Michelle.

Le quedan apenas seis meses de esta rutina. En marzo pasado confesó durante un cena de Estado qué es lo primero que hará al dejar la Casa Blanca el próximo enero: «Me voy a tomar tres o cuatro meses en los que sólo dormiré».

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