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Julian Assange, el hacker más odiado que apuesta por Trump

Julian Assange, el hacker más odiado que apuesta por Trump

Pese a su encierro en Londres, desde EE.UU. le acusan de urdir la campaña de desprestigio de Hillary Clinton que habría dado la victoria a Trump


Un hacker australiano de ideología anarquista, perseguido por el FBI y autoencarcelado desde hace cuatro años y medio en una embajada latinoamericana en Londres, le hace el trabajo sucio a un malvado dictador ruso, exdirigente del KGB. Este último ha urdido una diabólica estrategia geopolítica para recuperar el poder del viejo imperio comunista. Pasa por ayudar a un megalómano magnate inmobiliario, dueño de rascacielos que anuncian su nombre en letras de oro, y exestrella de reality show, en su asalto a la Casa Blanca. Los tres conspiran en una operación de hacking y distribución de los e-mails más secretos de los allegados de la candidata buena a la presidencia.

Si esto parece el guión de un thriller basado en las novelas menos verosímiles de Tom Clancy o Ian Fleming, no lo es. Es la explicación oficial del establishment político y militar en EE.UU., de lo que ocurrió en las elecciones estadounidenses. (Solo lo cuestiona el mismísimo Donald Trump).

Y, como siempre, Julian Assange, el fundador de Wikileaks que saltó a la fama en el 2010 tras publicar 70.000 documentos clasificados del Departamento de Estado de Hillary Clinton, se retrata como el malo más malo de la película. “Es extraño que una persona sin libertad de movimiento que trabaja sin cobrar para sacar información de gran interés público sea vilipendiado, hasta en los medios que utilizan la información que proporciona”, dijo el editor de Assange en Nueva York.

Assange, a los 45 años, lleva cuatro y medio encerrado en la claustrofóbica embajada de Ecuador en Londres, donde se refugió tras ser acusado en Suecia de violar a una mujer que compartió voluntariamente su cama con él. Teme que el traslado para ser juzgado en Suecia sea un paso previo a su extradición a Estados Unidos, donde puede sufrir el mismo destino que Chelsea Manning, la fuente de las filtraciones de Cablegate, condenado a 35 años de cárcel. “Aquí no hay sol, hay espías por doquier, es duro”, se lamentó en una entrevista emitida el miércoles en Fox News.

El fundador de Wikileaks empezó a ser retratado como el cómplice maquiavélico de Vladímir Putin tras publicar miles de los correos electrónicos que demostraron que el aparato demócrata había intentado sabotear la campaña de Bernie Sanders, el rival de izquierdas de Clinton en las primarias. El partido contrató a empresas de ciberseguridad que detectaron supuestos indicios de hacking por parte del Estado ruso. Cuando Wikileaks filtró otros miles de emails de un peso pesado demócrata, John Podesta, el Departamento de Seguridad Interna y el FBI se sumaron a las advertencias sobre la injerencia rusa sin ofrecer pruebas concluyentes. Obama hasta ha expulsado a 35 diplomáticos como sanción por el presunto intento de manipular el resultado de las elecciones.

Wikileaks no divulga sus fuentes por miedo a desincentivar a whistleblowers como Manning. Pero Assange ha negado en repetidas ocasiones que la fuente fuese Rusia u otro estado nación. Advirtió en Fox News que jamás ha mantenido relaciones ni con representantes de Trump ni de Putin. “El hack contra Podesta fue un phishing que podría haber hecho un niño”, dijo. Según Craig Murray, el ex diplomático escocés y colaborador de Wikileaks ha dicho que el responsable de la filtración era un demócrata “asqueado por el intento de sabotear a Sanders”.

Los demócratas insisten en que Assange tiene una agenda. Neera Tanden, una figura clave en la campaña, le acusó de “querer hacerle daño (a Clinton) (…) si lo que te interesa es la transparencia, publicas todos los emails de una vez no cada tres o cuatro días”. Assange respondió que la publicación escalonada de los correos –la información más compartida en Facebook en el último mes de la campaña electoral– respondía a “criterios periodísticos”. Preguntado por qué Obama habría dado luz verde a la expulsión de los rusos, Assange dijo: “Porque quiere deslegitimar la presidencia de Trump”.

Assange representa una corriente de la izquierda que cree que el resultado electoral no es un desastre ya que Trump “no pertenece a una estructura existente de poder político. Por lo tanto es una estructura débil. Eso crea posibilidades de cambio en EE.UU., a peor o a mejor”, dijo hace dos semanas en el diario italiano La Repubblica.

Assange espera que el cambio le favorezca personalmente y que Trump –que ha dicho públicamente: “Yo amo a Wikileaks”– vele por su libertad. Es mucho esperar. “Dada la cantidad de militares y jefes de inteligencia en la administración, haría falta que Trump tuviera grandes principios éticos para defender a Julian; no creo que sea el caso ”, concluye el editor de Assange.

Fuente: lavanguardia

 

Guardado en Mundo, Politica 9 enero, 2017 – 9:00 pm

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