Hace unos años todos los analistas estaban entusiasmados con una idea. El comercio electrónico había crecido exponencialmente y, en el mismo contexto, las redes sociales eran cada vez más y más populares. Además, los consumidores no solo empleaban las redes sociales para conectar con sus amigos y conocidos, sino que las usaban para hablar con las marcas, seguirlas y escuchar lo que tenían que decir sobre sus productos y también para escuchar y seguir lo que otros consumidores querían comentar sobre las cosas que compraban. Las opiniones de los demás se estaban convirtiendo en un elemento crucial para tomar decisiones de compra y las redes sociales eran la guía para encontrar esas opiniones, al tiempo que se estaban convirtiendo en el espacio en el que cada vez se descubrían más cosas. No pocos consumidores empleaban Pinterest o Instagram como espacio para descubrir nuevos productos.
Y si los consumidores no solo pasaban más tiempo que nunca en las redes sociales no solo le daban más importancia que nunca y además estaban más interesados en lo que allí se compartía, ¿no sería el próximo paso hacer que las redes sociales se convirtiesen en escenarios de venta? La idea no era exactamente nueva. Facebook ya había probado a introducir tiendas en los perfiles de marca en el principio de los tiempos de la red social, aunque había fracasado estrepitosamente. Como apuntaban los expertos cuando se sacaba a colación este tema, Facebook se había adelantado demasiado a la cuestión y había intentado posicionarse en ese mercado demasiado pronto. Los consumidores no estaban acostumbrados aún a usar las redes sociales para más cosas que para jugar a PetSociety y no confiaban lo suficiente como para comprar. Las cosas habían cambiado.
Los analistas tenían razón Los consumidores estaban más acostumbrados que nunca a comprar antes en internet y también habían integrado a las redes sociales en su día a día de un modo que no habían hecho antes, así que el que usasen esa plataforma para comprar no parecía tan descabellado. Pero, a pesar de todo lo lógico de la idea, sus previsiones no se han cumplido y el social commerce o s-commerce se ha quedado en más bien un fiasco. La gente no está comprando en redes sociales y las propias firmas del sector están abortando sus esfuerzos en el área.
La última de las firmas en dar un paso en esa dirección ha sido Twitter. La compañía está decidida a abandonar su botón de compra, como se puede deducir de uno de los últimos movimientos en el mercado. Los usuarios de Shopify, una plataforma para crear un ecommerce propio, han empezado a recibir avisos que alertan de que a partir del 1 de febrero los botones de compra en Twitter dejarán de estar operativos. La razón para este cambio es, como recoge eMarketer y como explican a sus usuarios en la notificación de Shopify, que «el equipo de Twitter está pivotando fuera de su foco en ecommerce». Es decir, llanamente, Twitter está cerrando la puerta del ecommerce.
Un enfriamiento progresivo
La noticia no es exactamente nueva, ya que la compañía ha ido cerrando su equipo de social commerce y realizando declaraciones en las que dejaba claro que templarían su peso, pero el cierre del botón es el punto definitivo hacia el cierre absoluto. La decisión tiene cariz de definitivo y se suma a todos los movimientos de las otras firmas dentro del s-commerce. Facebook también está destinando ya muchos más recursos a otras funcionalidades que al ecommerce y de los esfuerzos de otras redes sociales tampoco es que se haya oído hablar mucho.
Durante el tiempo que ha pasado desde que empezó la fiebre hasta este último pinchazo, el comercio electrónico en redes sociales no logró realmente convencer a tanta gente. Un estudio de Custora señalaba que solo el 1,5% de las compras se hacían a través de s-commerce en todo el mundo. Y otro de AYTM Market Research sobre el mercado estadounidense apuntaba que solo un cuarto de los consumidores pensaba que podría hacer una compra en redes sociales (y aquí entraban todos los niveles, desde quienes creían que lo harían seguro hasta quienes pensaban que quizás).
Quizás la cuestión es que, a pesar de todo, también llegó demasiado pronto. Un analista apuntaba que el s-commerce sí tiene mucho potencial, pero que sigue estando a futuro. O quizás las marcas deberían tirar ya la toalla y asumir que a los consumidores no les gusta comprar en redes sociales.
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