Para los hombres desempleados, aceptar un trabajo de medio tiempo podría ser tan perjudicial para su carrera como seguir desocupado.
David Pedulla, sociólogo de la Universidad de Texas en Austin, envió miles de currículums falsos para demostrar como el género y el historial laboral afectaba la posibilidad de que estos candidatos fueran llamados a una entrevista por un empleador interesado. Pedulla encontró que las mujeres que trabajaban medio tiempo tenían el doble de ser llamadas que los hombres con empleos de tiempo parcial. En realidad, los hombres con trabajos de medio tiempo tuvieron un desempeño levemente superior a los que estaban desempleados.
En el trabajo a medio tiempo, parece haber “castigos para los hombres que son severos como el castigo por estar desempleado, mientras que en el caso de las mujeres no observamos ningún castigo”, dijo Pedulla.
Se calcula que uno de cada seis trabajadores estadounidenses perdió su empleo durante los años de recesión de 2007, 2008 y 2009 y la desocupación siguió en niveles altos en los años siguientes, pese a la recuperación de la economía. Un número creciente de estudios indica que el daño financiero y psicológico producido por un período prolongado de desempleo puede ser significativo y duradero, en especial para quienes permanecen desocupados por lapsos más extendidos.
La salud del mercado laboral estadounidense ha mejorado en los últimos años, pero hallar un empleo no sólo tiene que ver con la tasa de desocupación.
La investigación de Pedulla, publicada en un número reciente de la revista especializada American Sociological Review, detalló un experimento en el que se enviaron 2.420 solicitudes de empleo a 1.210 vacantes en cinco ciudades de EE.UU. entre noviembre de 2012 y junio de 2013. Los currículums describieron a candidatos y candidatas que se habían graduado de importantes universidades estatales de la región del medio oeste de EE.UU. y tenían un historial laboral parecido hasta 12 meses antes de la postulación. En ese momento, los candidatos fueron divididos en cinco: los que tenían un empleo de tiempo completo, un empleo de tiempo parcial, un empleo mediante una agencia de trabajo temporal, un empleo por debajo de su nivel de destrezas (vendedor en una tienda) o desempleados.
Entre hombres y mujeres con un trabajo de tiempo completo, 10,4% fueron llamados a una entrevista con un posible empleador. Aquellos con el trabajo por debajo de sus habilidades sólo fueron llamados un 4,7% de las veces en el caso de los varones y 5,2% en el de las mujeres.
“Tanto para los hombres como para las mujeres, aceptar un empleo por debajo de sus habilidades resulta en un castigo severo en términos de las oportunidades de trabajo disponibles”, dijo el sociólogo.
El trabajo temporal, en tanto, generó llamados para 7,1% de los postulantes varones, la mayor tasa después del trabajo a tiempo completo, y 8,3% de las mujeres.
Al parecer, los empleadores no consideraron un empleo de medio tiempo como una barrera para contratar mujeres, 10,9% de las cuales fueron llamadas a una entrevista. La cifra, no obstante, cayó a 4,8% en el caso de los hombres, apenas superior al 4,2% de los desempleados que recibieron llamadas. Un 7,5% de mujeres desempleadas en el estudio fueron llamadas a una entrevista.
¿Qué factores explican la brecha de género? Pedulla señaló en una entrevista que cuesta separar las causas de fondo. Basado en los resultados de una encuesta separada entre gerentes de personal, dijo que “parece que los hombres son castigados por trabajar medio tiempo en parte por la percepción de los empleadores sobre su grado de compromiso”. Ello, no obstante, no acontece con las mujeres.
“Aunque hay buenas razones para que las personas acepten cualquier trabajo que encuentren, en específico cuando las penurias económicas son inminentes, los datos experimentales aquí presentados generan interrogantes sobre si todos los tipos de empleo abren nuevas oportunidades laborales para los trabajadores”, escribió Pedulla en el estudio. “En realidad, ciertos tipos de posiciones de empleo parecen enviar señales negativas a los futuros empleadores acerca de la competencia de los trabajadores y de su compromiso, castigándolos de una forma parecida a si estuvieran desempleados”.
Algunos de sus hallazgos son parecidos a los resultados de investigaciones publicadas el año pasado por el economista de la Universidad de Princeton, Henry Farber, el economista de la Universidad Estatal de Arizona, Dan Silverman, y el economista de la Universidad de California en Los Ángeles, Till von Wachter. Los economistas, al igual que Pedulla, enviaron currículums para ver las respuestas de los posibles empleadores, aunque en este caso los falsos postulantes eran todas mujeres desempleadas. La investigación encontró que aceptar un empleo “interino de nivel bajo”, como por ejemplo, cajera de una tienda, reducía en forma importante la probabilidad de ser llamada a una entrevista.
“Al parecer, a un trabajador desempleado le conviene más seguir desocupado y seguir buscando que aceptar un empleo de bajo nivel y seguir buscando”, señalaron los autores. “Si un postulante aceptó un trabajo de bajo nivel en forma interina, podría ser mejor que no lo pusieran en su currículum”.
Farber, Silverman y von Wachter también hallaron que los empleados de más de 50 años tenían menos probabilidades de ser llamados que los menores de 50 años. No encontraron una relación entre los llamados de los empleadores interesados en sus servicios y el tiempo de desempleo, un hallazgo que no encaja con las conclusiones de otros estudios que hallaron evidencia de discriminación contra quienes llevaban más tiempo al margen de la fuerza laboral, recalcaron los autores.
Wall Street Journal en Español