Todo lector empedernido ansía compartir su dinámica cultural, sus libros recomendados, con otras personas a las que la lectura les apasione tanto como a él; le resulta un gusto charlar o escribir sobre los ensayos que le entusiasman, las novelas juveniles que le gustaría que leyeran sus hijos, sus poemarios predilectos, los relatos que le han dejado más atónito, las mejores obras de su autor favorito o incluso aquellas que hoy, en la cacareada edad de oro de las series de televisión, podrían adaptarse y convertirse en una francamente buena. Algunos de ellos elaboran listas sobre lo mejor que han leído cada año; yo me limitaré a sugeriros cinco de los libros que más he disfrutado alguna vez por las diversas razones que os explico a continuación, y que os pueden servir muy bien para comenzar este año nuevo con provechosas lecturas.
‘El código Da Vinci’, de Dan Brown (2003)
Quizá os extrañe, no sólo que haya incluido esta novela en la lista de recomendaciones, sino también que empiece con ella. Pero debéis saber que, pese al estilo plano y funcional de Brown y a que forma parte de esa masa de bestsellers de puro consumo, la trama es francamente interesante, y destaca lo fino que ha hilado el autor para que resulte del todo plausible si tomamos la historia de Cristo como cierta. Y lo absurdamente polémica que resultó, tanto como la decisión de Ron Howard de adaptarla al cine, también puede considerarse un plus para leerla.
‘Power Inferno’, de Jean Baudrillard (2003)
A este difunto filósofo posmodernete francés hay que cogerlo muchas veces con pinzas, pero su breve análisis de lo que supusieron para el mundo en esencia los atentados del 11 de septiembre en el World Trade Center de Nueva York que hoy parecen tan lejanos en el tiempo, para el devenir histórico en definitiva, resulta curioso, original y lúcido. En él, desarrolla más extensamente las ideas que ya había plasmado en un artículo para Le Monde, y el volumen incluye además otro publicado sólo unos días antes de la última invasión de Iraq.
‘Seda’, de Alessandro Baricco (1996)
Se trata de una bellísima novela sobre un tratante de gusanos de seda que viaja al país del sol naciente en busca de tan valorado género, una obra lírica, serena y triste sobre el amor inesperado e inoportuno, nunca cursi y siempre desesperanzada, con un ritmo parsimonioso, un vocabulario medido y frases breves como la propia poesía japonesa. François Girard la llevó a la gran pantalla en 2007.
‘Los dioses de sí mismos’, de Juan José Armas Marcelo (1989)
No contamos con demasiadas obras narrativas que se ocupen de los años postreros del franquismo, de la mal llamada Transición y de las primeras legislaturas de la ilusionante nueva etapa democrática española, que en los últimos tiempos ha quedado tan desprestigiada y que tanta regeneración necesita; y mucho menos con alguna que los escrute implacablemente, diagnostique y espulgue con una lucidez similar a la que aquí se gasta Armas Marcelo; todo con la evolución vital y el necesario desengaño de las generaciones que hicieron posible el cambio de época, contados en un flujo continuo en el que los años se suceden de una forma tan natural, casi inconsciente, que es como si el autor hubiese pretendido trasladar al texto la sensación de cómo percibimos el transcurso de nuestras vidas.
‘El amante’, de Marguerite Duras (1984)
Y terminamos con otra pequeña delicia, en este caso seudoautobiográfica, sobre una joven francesa que mantiene una intensa pero efímera relación amorosa en la Indochina colonial con un asiático acomodado, una novela que, pese a sus pinceladas eróticas y la descripción del deseo que corroe, de lo que está irremediablemente presa es de la lujuria del lenguaje que padece su autora. Fue adaptada al cine por Jean-Jacques Annaud en 1992, y Duras ganó el Premio Goncourt del año en que fue publicada, y espero que, como los otros cuatro libros recomendados, se gane también vuestro favor como lectores para iniciar 2016 con buen pie.
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