¿Por qué nos atraen tanto? Veamos algunos ejemplos de ellas que, en muchos casos, se convierten casi en “documentales” de lo que realmente sucede en los entretelones del poder político.
Sin dudas House of Cards -primera y arriesgada producción de Netflix- es la «líder» de las series que tienen su tema central en la política. Sus personajes ya tienen más fuerza por sí solos -Frank y Claire Underwood- quienes hasta tiene sus propias cuentas en Twitter. Basada en la versión inglesa, la House of Cards estadounidense logró mostrar los entretelones de la verdadera política, sus vínculos con los medios de comunicación, el armado de las listas de candidatos y la sanción de leyes, entre otras cosas. Una serie que no es ligera y que nos permite pensar que detrás de todo discurso hay otra verdad oculta.
Borgen es una serie danesa que gira en torno a la política de Dinamarca. Narra los conflictos y las ambiciones políticas del país nórdico pero que son similares al extremo a las argentinas o cualquier país latinoamericano. Borgen es una perlita en el universo de las ficciones televisivas que no cuenta con la popularidad de otras series. Está en la línea de Bron/Broen o The Killing la europea. El por entonces jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri (actual presidente de Argentina), supo ser un fan de esta serie y se la sugería a su círculo más cercano.
Scandal por su parte es la más liviana de las tres. Cuenta y muestra cómo se resuelven los escándalos que rodean a la política de la mano de la asesora Olivia Pope. A pesar que tiene una historia de amor de fondo -Pope y el presidente de los EEUU-, Scandal muestra en todos los episodios imágenes del Salón Oval y el movimiento de los políticos por la Casa Blanca. Shonda Rhimes es su productora y creadora y es la serie que mira la primera dama estadounidense, Michelle Obama.
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