Las grandes petroleras y sus lobbies están elevando la presión para que Estados Unidos levante la prohibición a las exportaciones que está vigente desde 1970. La situación se puede agravar si Irán comienza también a enviar petróleo tras el pacto nuclear pues provocaría una mayor oferta de este producto en el mercado y disminuiría el precio mucho más de lo que ya cayó la semana pasada, cuando llegó a $42 por barril.
Las compañías no paran de meter crudo en el mercado interno a un ritmo récord, superior a la demanda nacional, provocando un exceso que tiene difícil salida.
Ante este atasco, las grandes petroleras están elevando la presión para que la Casa Blanca levante la prohibición a las exportaciones.
Estados Unidos es el tercer mayor vendedor de productos refinados del mundo, tras doblar en volumen desde 2007. Sin embargo, no puede comerciar con petróleo en el mercado internacional por una restricción que se entendió en los años 1970 como una protección frente a las fluctuaciones severas de precios y en el suministro.
Esa política, como señalan desde el Aspen Institute, está “obsoleta” porque el mercado cambió radicalmente en la última década.
Para defender esa restricción se señalaba que las exportaciones acabarían provocando un alza de las gasolinas. La Casa Blanca admite ahora que la probabilidad de que eso suceda es muy baja.
La Administración de Barack Obama hizo también un gesto en diciembre al autorizar las primeras salidas de crudo, aunque de una forma muy limitada y para un producto específico. Es lo que se dispone a hacer a finales de agosto con México.
Pero ahí quedó. El presidente, que es el que tiene la autoridad última para levantar la prohibición, no muestra intención de cambio. Este apoyo creciente a la liberalización del comercio del crudo era impensable hace cinco años, cuando se decía que EE. UU. seguiría siendo el mayor importador neto de petróleo y gas natural del mundo.
Ahora es el primer productor gracias a los vastos yacimientos en Texas y Dakota del Norte, destapados con técnicas como la fracturación hidráulica (fracking) y la perforación horizontal. La producción de petróleo alcanzó los 9,51 millones de barriles diarios en mayo, frente a seis millones a comienzos del boom en 2012.
El crudo importado siguió, sin embargo, la tendencia opuesta y está en un punto de equilibro con el que se extrae en Estados Unidos. Pese a ello, los inventarios están ahora al nivel más alto en ocho décadas.
Ryan Lance, presidente ejecutivo de ConocoPhillips, advierte de que el renacer energético de EE. UU. se está viendo ahora “estrangulado” por una regulación que está “completamente desfasada”. Cualquier restricción de este tipo, añade, debe estar basada en “hechos, no en la histeria política”.
“Podemos encontrarnos de que no va a haya sitio para poder almacenar el crudo que se produce”, alertó.
Aunque las sanciones que se imponen a Irán no se levantarán hasta que cumpla los términos del acuerdo, este miembro de la OPEP podrá meter en el mercado cientos de miles de barriles diarios en pocos meses superadas las restricciones. Y se agravaría la situación.
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