«¿Qué querés ser de grande? Quiero ser un emprendedor.» Esa respuesta que generaba miedo en los padres años atrás, hoy es percibida más positivamente por la sociedad. Referentes como Marcos Galperín, cofundador de Mercado Libre, o Roberto Souviron, creador de Despegar.com, son grandes inspiradores para pensar que, tal vez, llevar a cabo un proyecto propio no es tan mala idea.
La tasa de actividad emprendedora en el país aumentó 4 puntos porcentuales con respecto al año anterior (de 14 a 18%), según surge de un estudio sobre 4000 casos aplicando el método internacional del Global Entrepreneurship Monitor (GEM) y realizado por el Centro de Entrepreneurship del IAE Business School.
«Tasas altas de emprendedorismo no necesariamente significan que los negocios nuevos sean innovadores; en crisis económicas la población se siente más motivada a iniciar un proyecto propio por una cuestión de necesidad», explica Silvia Torres Carbonell, secretaria de Industrias Creativas de la ciudad de Buenos Aires.
En los países en desarrollo, la tasa de actividad emprendedora se mueve según la coyuntura económica. Mientras que en Japón, el gráfico muestra una línea recta, en nuestro país la tasa se mueve onduladamente.
La encuesta, realizada en julio de 2015 sobre las percepciones de oportunidad para arrancar un nuevo negocio en los siguientes 6 meses, anticipaba que algo iba a ocurrir ya que el 46% de los consultados consideraba que iba a haber buenas oportunidades para emprender. Independientemente del resultado de las elecciones, el cambio de administración generaba un positivismo ya que el indicador aumentó comparado con el 32% del año anterior.
El estudio también muestra que casi el 19% de los hombres adultos está involucrado en algún tipo de actividad emprendedora, mientras que 16% son proyectos en los que la iniciativa fue femenina. «En épocas de crisis, las mujeres son más propensas que los hombres a emprender. Esto se ve cuando comparamos la encuesta con la del año anterior, en la que se veía que el 11% de las mujeres se involucraba en una actividad emprendedora», indica Torres Carbonell.
Ego argentino
El ego argentino también se hace presente en la investigación. El 61,6% de los encuestados declara tener los conocimientos, habilidades y experiencia necesarios para comenzar un nuevo negocio. Este porcentaje está por arriba del promedio de la región.
Con respecto a las aspiraciones de los consultados a la hora de emprender, los nuevos negocios no surgen de ideas innovadoras. «En épocas de crisis la gente va a lo seguro y no busca explorar en nuevos mercados», explican quienes están a cargo del GEM.
Lo negativo de la investigación es que el 25,8% de los consultados no emprendería un negocio a pesar de ver buenas oportunidades para hacerlo. El miedo al fracaso ha crecido en términos relativos. «Acá es donde la política pública debe intervenir para incentivar y generar un buen ecosistema para que las personas se animen a llevar adelante sus proyectos», sostiene Torres Carbonell.
Santiago Sena, director general de emprendedores del gobierno porteño, coincide: «Estos estudios nos ayudan a saber dónde estamos parados y qué políticas públicas llevar a cabo. Pero en principio es necesario que el Estado proponga reglas claras y estables. Al ser el GEN una medición mundial, nos ayuda a importar expieriencias de otras regiones».
En la ciudad de Buenos Aires, las intenciones de emprender siguen en crecimiento, si se comparan los datos con los del año anterior.