Los adblockers se han convertido en uno de los problemas más serios a los que tienen que enfrentarse los medios de comunicación y los anunciantes. Para los primeros, el que los consumidores usen de forma regular estas herramientas les está creando una situación compleja en lo que a resultados económicos se refiere. El hecho de que los consumidores empleen los adblockers y el hecho de que su tasa de penetración en el mercado vaya progresivamente en aumento ha hecho que las cosas se hayan complicado brutalmente para estas firmas. A medida que los adblockers se están convirtiendo en más habituales, los medios sirven menos publicidad y, por tanto, están recibiendo menos ingresos. Para los segundos, los adblockers están haciendo que llegar a los consumidores sea mucho más complicado que nunca, ya que los mensajes que lanzan y sus propuestas están quedando en una suerte de limbo en la que nadie está recibiendo nada.
Por ello, estas herramientas se han convertido en una especie de infierno para las marcas y para los medios, una cuestión de primer orden y una de las que tienen que lograr atajar sea como sea. Una de las maneras que se han estado empleando para acabar con los adblockers y con su papel ha sido la de ir directamente a por ellos. Los medios han empezado una carrera judicial contra las compañías que están detrás de los adblockers, acusándolos de estar desequilibrando el mercado y, sobre todo, jugando de forma no muy limpia. Hasta ahora, la vía judicial está consiguiendo resultados y no están siendo realmente efectivos para los medios.
La clave está, por tanto, en los propios receptores de la información, los propios usuarios de esos adblockers, que son a quienes los medios y las marcas deben convencer de que dejen de usar esas herramientas y de que vuelvan a permitir la publicidad. Hasta ahora, los medios han empleado varias tácticas para ello. Por un lado, se han centrado en intentar convencer a los consumidores de la importancia de los anuncios como elemento que garantiza que los medios tengan los ingresos suficientes. Por otro lado, se han lanzado a bloquear ellos también a los consumidores: si tienes el adblocker activado, no puedes ver ese contenido exacto.
Pero ¿existe realmente una fórmula mágica que permita a los medios recuperar a esos consumidores que están perdiendo? Un estudio de C3Research para el Interactive Advertising Bureau (IAB), Ad Blocking: Who Blocks Ads, Why, and How to Win Them Back, se ha centrado justo en ese punto. ¿Se puede convencer a los consumidores de que dejen de usar adblockers?
Por qué usan adblockers
En general, el estudio ha llegado a la conclusión de que los consumidores que tienen adblockers instalados son (y no es una gran sorpresa) aquellos que están mucho más hartos de la publicidad. Quienes han empleado adblockers son aquellos consumidores a los que los anuncios les molestan más, que están hartos de los anuncios que los persiguen por internet, de los vídeos que empiezan solos o de aquellos anuncios que hacen que acceder a un site sea más y más lento.
Por otra parte, el estudio también ha descubierto que los consumidores están un poco confundidos sobre cómo bloquean los anuncios. Según sus resultados, un 40% de los consumidores que emplea adblockers cree que lo hace usando un software para ello. En realidad, solo el 26% de los usuarios tiene un software instalado específico y la mayoría emplea como adblocker extensiones en sus navegadores.
Las vías para convencer
Lograr que los consumidores dejen de usar adblockers no es imposible. De hecho, según los datos del estudio, entre los consumidores que no están usando adblockers, un 20% son antiguos usuarios de los mismos. Si dejaron de usarlos fue porque con ellos no podían acceder al contenido que querían ver y tenían que desactivarlos para acceder a sus páginas favoritas.
Por ello, el primero de los métodos que defienden en las conclusiones del estudio como una herramienta clave para empujar a los consumidores de vuelta a la navegación sin adblockers es el impedir el acceso a los contenidos si se está bloqueando la publicidad. Los medios tienen que bloquear la navegación y avisar al consumidor de que lo están haciendo por culpa de sus adblockers.
Esa es una de las maneras de empujar a los consumidores fuera de los adblockers. Las demás herramientas, según las conclusiones del IAB, están todas relacionadas con crear una experiencia de navegación que haga que los anuncios dejen de ser molestos. Esos son los cuatro cinco puntos restantes de las cuatro conclusiones que ha alcanzado el estudio.
Así, por un lado, recomiendan el asegurarse de que no haya anuncios en autoplay en audio o en vídeo en entornos en los que los consumidores no se los esperan. Es decir, nada de vídeos que empiezan solos en cualquier lugar y nada en absoluto de anuncios de vídeo ocultos en medio del texto y que saltan cuando uno menos se lo espera. A esto hay que sumar el que los medios deberían asegurarse de que los anuncios no sean negativos en la experiencia general de navegación. Es decir, nada de anuncios que bloqueen el contenido y que hagan imposible leer lo que se quiere leer. Los desplegables que ocupan toda la pantalla deberían, por tanto, ser puestos en cuarentena.
Por otro lado, uno de los principales temores de los consumidores es lo que los anuncios pueden significar para su seguridad online. Temen los efectos de los mismos en cuestiones de privacidad y también el que en no pocas ocasiones los anuncios son una llave para los contenidos ilegítimos. Por ello, los medios tienen que estar muy atentos ante el malvertising y tienen que garantizar a los usuarios que los están protegiendo frente a los anuncios que solo propagan malware.
Y, finalmente, los medios y las marcas tendrían que tomar más en serio la cuestión de la velocidad, que es, de hecho, una de las principales preocupaciones de los internautas, especialmente en dispositivos móviles. El cargar todos los anuncios hace que la velocidad de carga de las webs sea, muchas veces, demasiado elevada. Las marcas tienen que ser más eficientes a la hora de crear sus anuncios y los medios menos complacientes con lo que aceptan como anuncios. Los internautas tienen que tener una garantía de que esos anuncios no harán que su navegación online se ralentice.
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