El estudio científico del lenguaje del cuerpo es una ciencia reciente. Comienza con Darwin y tiene en el Dr. Ekman a su máxima figura mundial, quien fue el asesor de la serie de televisión Lie to Me, en la que un investigador era capaz de descubrir la mentira a través de los gestos.
Por lo menos desde los años ’80, los hallazgos de esta ciencia vienen siendo utilizados en los EEUU como una herramienta del marketing político. En la Argentina, algunos trucos fueron introducidos en la campaña presidencial de De la Rúa, como mostrar primerísimos primeros planos de su rostro en los spots, para representar la distancia física que sólo existe entre personas muy íntimas, como madres y sus hijos, o parejas de amantes.
También en el ámbito de la comunicación pública de los candidatos en contextos de entrevistas o proselitismo es algo todavía incipiente. Sin embargo, debemos distinguir entre aquellos que necesitan coaching de alta intensidad, y aquellos “naturales” que hacen las cosas bien, que no abundan. María Eugenia Vidal entra dentro de esta segunda categoría. Hace naturalmente lo que otros tardan meses en aprender.
¿En qué consisten las “virtudes” comunicacionales de la gobernadora bonaerense? Lo más básico que puede decirse en forma sucinta a este respecto es que MEV pone en escena un lenguaje corporal perfectamente alineado con las premisas del estilo de liderazgo que viene creciendo no sólo en el ámbito político, sino también en el ámbito empresarial. El primer gran triunfo de este estilo en la escena mundial ha sido el ascenso al poder de Barack Obama.
Se trata de ser capaz de comunicar convincentemente empatía y sensibilidad, en lugar de voluntad agresiva. ¿Cómo logra esto MEV? Lo que más la distingue es su capacidad para producir “sonrisas afiliativas”, es decir, sonrisas que envían el siguiente mensaje: “Soy sensible, no soy hostil, podés acercarte, no voy a atacarte; por el contrario, voy a tratarte bien”.
Estas sonrisas consisten en reproducir los movimientos de las comisuras de la boca y los músculos que rodean los ojos para expresar alegría, pero de manera atenuada, junto con el ladeamiento de la cabeza; es decir, una leve inclinación de ésta hacia un costado, cuyo efecto es incrementar el área de exhibición del cuello, lo que señala sumisión; es decir, ausencia de agresión.
MEV se mantiene habitualmente parada o sentada de manera abierta, es decir, sin cruzar los brazos, lo que potencia lo descripto hasta ahora. Hasta aquí sus principales virtudes y probables razones de su éxito proselitista, en el sentido de haber sido capaz de transmitir un estilo contrapuesto al de su principal contrincante masculino, Aníbal Fernández, caracterizado por la dominancia agresiva, en el que predominan las sonrisas de superioridad y desprecio.
Pero sus principales virtudes también constituyen el contexto de sus principales desafíos. ¿Podrá la Gobernadora transmitir con claridad que también posee la suficiente cuota de agresividad como para intimidar en forma preventiva a aquellos que intenten perjudicar su gestión, y que, debido a su estilo, suponen que no tendrá la capacidad de imponerse? Dada sus habilidades naturales, yo creo que sí, aunque quizás, en este sentido, no le vendría mal un refuerzo de coaching.
Por *Dr. Sergio Rulicki es experto en Comunicación no Verbal; Dr. en Ciencias de la Comunicación Social (Universidad Austral) y Licenciado en Antropología (UBA).
Fuente: La Tecla
